Segesta fue una de las ciudades principales de los Elimi, un pueblo de cultura y tradición peninsulares que, según cuenta la antigua tradición, llegaron de Troya. La ciudad, fuertemente helénica en su aspecto y cultura llegó a tener un papel principal entre los centros sicilianos en el siglo V a.C. hasta el punto de involucrarse en una larga hostilidad con Selinunte.
Segesta, cuyo nombre deriva de la ninfa Egesta, que hospedó Enea, nace sobre el monte Barbaro, donde aún hoy se pueden admirar los restos de la antigua ciudad: el Templo dorico y el Teatro. El templo, perfectamente conservado, nunca fue terminado por motivos todavía desconocidos. En la extremidad oriental, sobre la cima del monte, se puede observar el Teatro Griego, que data de finales del siglo II a. C., pero modificado en su aspecto, por los romanos. El Teatro podía albergar a 4.000 espectadores, las gradas fueron realizadas con el mismo material de la colina. Hoy sólo quedan 20 gradas divididas en 7 cuneos; debe haber tenido una pared escénica ricamente decorada, mientras que el coro tenía un pasaje subterráneo que permitía a los actores entrar de sorpresa. Excavaciones recientes han comenzado a identificar los restos de una ciudad entera.
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